Los mandalas tienen su origen en las culturas orientales. Los monjes tibetanos elaboraban mandalas como un ritual para reestablecer el orden después de la guerra. Partiendo de este aspecto sanador Carl Gustav Jung, el conocido psicólogo, encontró en el diseño de mandalas una forma de terapia para el reconocimiento del propio yo, así como un recurso para la gestión emocional.